De esta manera el sexo como función intrínsecamente sana y placentera, se transformo, de acuerdo con los preceptos religiosos y con las edisposiciones jurídica, en algo misterioso, poco deseable en ocasiones francamente peligroso.
lamentablemente esta noción deformada de la sexualidad es la que en la mayoría de los casos se transmite al niño a través de las actitudes de los padres, que quienes a su vez lo recibieron de los abuelos, configurandose así una tradición oscurantista en torno a la actividad sexual.
sin embargo es evidente que en el curso de los últimos años se han iniciado cambios favorables con relación al hecho sexual, lo que han permitido un replantamiento acerca de la educacion de los niños.
no obstante, observamos que si bien se acepta el conocimiento de los fenómenos anatómicos y fisiológicos de la reproducción, persisten muchas reservas entre padres y educadores con respecto a la conducta sexual en si misma, escondiendo de algún modo su finalidad placentera y sus inmensas posibilidades, además de afecto y comunicacion entre los seres humanos.
la gran mayoría de la gente percibe así la sexualidad por lo que, de alguna manera aun se teme enfrentar con naturalidad el asunto del sexo durante la crianza de los hijos y se continua adoptando
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